Antes del ataque recibí unas lanitas para calcetines, compradas con la ayuda de Prunila (gracias mil, guapa).
Con ellas empecé unos calcetines nuevos, los Birch Leaf Socks.
Estiré mi chaqueta nueva en el horripilante puzzle que tengo para estos menesteres.
Y empecé el principio del fin de
Luego ya no pude hacer nada más que quejarme y dormitar, enviar al maridito y al perro -en contra de su voluntad- a cenar a la nave nodriza suegriza, y quedarme yo a solas con mis virus.
Lo bueno del proceso es que como no he hincado el diente a nada calorífico he hecho tipín; bastante tuve con zamparme un cacho pan -proveniente de la nave suegriza- como cena de Nochebuena. Y lo otro bueno es que la semana que viene no trabajo, je, je.
Espero que lo hayáis pasado bien estos días, que sigáis en ello, y que Saturno os ilumine.
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